Amando su herencia

Llegó el momento que esperábamos;
descubrimos el sentimiento que mil veces preguntamos.
El agua que le contenía, inundó nuestra Tierra Desierta
y en su último aliento el Barro, al Dios le quitó lo que más temía.

Cual si fuera su Epitafio ante nuestra ignorancia
El Dios de Barro nos dejó el grabado de su alegría
y purificó nuestro amor en los últimos pasos que dio
dejando atrás, muy atrás, el Mar de Delfos!

Y aunque temprano nuestro Dios perdió su masa corpórea
que le hacia frágil y moldeable pero noble, bizarro, ortodoxo y paciente protector;
su innegable e incansable entrega al servicio de su Guía con amor,
forjó en sus Creaciones iracundas, herméticas o caritativas: sólidos motivos de vida.

No en vano ha sido su legado ni poco las impresiones de su huella
y mucho el valor de su dedicación en tornear las agrietadas estructuras
para mantener la cosecha y no separar la Tierra en tiempos lluviosos
y en cada latido, queriendo y sin querer,  aunque a destiempo:

Su fragilidad equilibró nuestras fortalezas y sus mimos nos complacieron
y aunque a veces tosco su ser, todo en cuanto pudo dispuso y nos entregó
para dejar un Pétalo de Luna brillante, una Gata Altiva y Voraz generosa,
una Princesa Perdida que espera ser salvada y éste Peregrino que hoy le honra;
orgullosos todos de su credo y aunque tristes, amando su herencia.

A mi padre, escrito el 21 de Febrero de 2012.

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