“Algunos creen que el aferrarnos es lo que nos hace fuertes.
Pero a veces la clave está en soltarnos”.
S.
Robinson.
E
y se halló que era más bien claridad
lo que le envolvía en ese lugar.
Comenzaba a amanecer otro día
y aquel Túnel Enorme
se hacia pequeño con su avance.
Agachose y gateando prosiguió
aquel Nacido Del Fuego
a seguir la claridad.
Calurosa y de fuerte estructura
se fue haciendo La Caverna,
adornada con amalgamas
de oro, plata y diamantes
con algunos obstáculos al andar,
algunas fisuras
y con ciertas agogias
que protegían al Peregrino
de estirlas rocosas y bichos
en el transcurso de su gatear.
Llegó la tarde y El Túnel
comenzaba a aumentar sus dimensiones.
Contemplando en su gateo
todo lo que le rodeaba
hallose enfrente de cuatro patas;
Patas De Caballo.
Siguió con la mirada el contorno de las mismas
y en el ápice de estas, montaba una mujer.
Se levantó del suelo y vio como,
lo que tenía ante sus ojos
lo tomaba de un costado
y cual pluma lo posaba en su lomo.
¡Estaba sobre el lomo de una Centauro!
Su nombre, Lébasy.
Lo llevó a las afueras del Túnel
cabalgando con premura,
le mostró la libertad,
le enseñó a cazar, le enseñó a vencer,
le enseñó a usar El Arco y La Flecha,
le enseñó a ser indomable.
Pero un día a los dominios de Lébasy
llegó un hombre, un cazador de mentes,
un ignorante de lo que tenía enfrente.
Se acercó al Peregrino,
quería su mente pero no la obtuvo.
Lébasy se enteró del invasor
y montose nuevamente al Errante,
encaró con prejuicio al extraño
y este último, defendióse con sus armas;
Una Espada Con Escudo De Plata.
Se precipitó con dos de sus patas
La Amazona con cuerpo equino
para proteger a su amigo,
mientras que, El Ignorante Demente
le daba su estocada.
Todo éste movimiento lanzó
al Vagabundo De La Bóveda Celeste,
de su alada cabalgadura
sobre una roca que lo desmayó.